Valle Central
En nuestro taller comenzamos enfrentando con alguna dificultad en el
estudio y búsqueda de información pues manejábamos referencias generales
respecto de los pueblos originarios de la zona central, estas reseñas dan
cuenta que los pueblos originarios de la zona central pertenecían a la cultura
Mapuche y por ello denominados “Los Picunches”: (que en mapudungum quiere decir
“gente del norte”), la historia de esta denominación la desconocemos, pero
sabemos que es una referencia a ellos considerándolos una “rama” del pueblo
Mapuche, si esta referencia la hacían los mismos Mapuches, los españoles o los
historiadores es lo que aún no dilucidamos (por nuestra capacidad y tiempo de
investigación).
Además lamentamos que el Museo de Arte Precolombino de la ciudad de
Santiago se encuentre aún en reparaciones debido al terremoto del 27 febrero
del año 2010, es ese centro que posee
piezas e información organizada de un modo más accesible para los estudiantes y
sus objetivos, de observar recursos y soluciones gráficas realizadas por estas
culturas originarias en diversas piezas artesanales, buscando con ello
descubrir o más bien intuir una aproximación a la cosmovisión con que habitaron
este territorio y proyectaron nuestra cultura.
Visitamos en la ciudad de San Felipe (V región interior) el “Museo de la Sociedad de Historia y
Arqueología”, entidad privada sin fines de lucro, fuimos amablemente
recibidos por la señora Veronica Miranda
quien además a propósito de nuestra visita contacto a la señora Luz Gatica
Guzman, quien fue una fuente de inspiración y orientación a través
de sus apasionados relatos relativos a las investigaciones y estudios que
buscan esclarecer el origen de los pueblos originarios del valle central.
También fue visitado el “Museo
Histórico Arqueológico de Quillota” entidad de carácter municipal.
Por la información recogida entendemos que no existen antecedentes
que permitan afirmar la dominancia de una cultura respecto de otra, sino,
aparentemente son diversas culturas llegadas desde norte que se fueron traslapando
en el tiempo y en el territorio, las que a la luz de los hallazgos
arqueológicos poseen una marcada presencia son:
La Cultura Bato; año 300 a.c. al 1.000 d.c.
La Cultura Llolleo; año 200 d.c. al 1.000 d.c.
La Cultura Aconcagua; año 900 d.c. al 1.550 d.c.
Existen antecedentes en estudio de la existencia de otras culturas
que visitaron e interactuaron con los pueblos residentes en este territorio
algunas influenciándolas marcadamente como la cultura Inca.
La observación nos lleva a definir distintos grados técnicos en la
confección de la cerámica como también en su decoración, la cultura Bato
desarrolla ceramios más complejos que parecieran ir más allá del objeto
utilitário, pudiendo ser objetos ceremoniales.
La cultura Llolleo muestra una marcada influencia Diaguíta en la
confección de sus ceramios, llegando al desarrollo de aplicaciones gráficas en
tricromía.
La gráfica aplicada en general muestra un claro principio de
contraste, el color de fondo (en la mayoría de los casos color de la cerámica usada)
y el de los pigmentos establecen niveles de figura y fondo, figuras
mayoritariamente lineales con claros principios geométricos, simetría,
reflexión y repetición son recursos frecuentes.
La existencia de petroglífos muestra una faceta más simbólica y
representativa dado que se complementan representaciones geométricas como
“dibujos” de carácter antropomorfo y zoomorfo.
Las observaciones fundamentales con las que decidieron trabajar los
alumnos son:
· La precariedad de los recursos
técnicos constituye una expresión rudimentaria que refleja con honestidad una
cultura elemental.
· Los planteamientos
“geométricos” parecen emerger desde el soporte, en los casos conocidos de
cuencos de greda, donde la curvatura de la superficie conduce la composición,
parece que el hecho de tener que terminar donde se comenzó fué regulando
intuitivamente elementos como la proporción y la
jerarquización del centro.
·La morfología de los elementos
gráficos mayoritariamente se fue construyendo en base a lineas rectas, las que
arrojadas en la superficie curva de los ceramios va insinuando lo curvo.
·Hay dos criterios compositivos
uno es el organizado por la curvatura de los ceramios y otro distinto en los
petroglifos, los que aparecen agrupados en una dispersión, que probablemente
tiene que ver con los espacios que la roca faciltaba el dibujo.
·Curiosamente en estos grupos
dispersos la circularidad tiene una marcada presencia, habiendo dibujos de círculos
y la geometrización casi desaparece dando lugar a un dibujo más representativo
(antropomórfo y zoomórfo).
Ante el desafío de diseñar poleras
nos hemos planteado recoger criterios compositivos de estas observaciones,
intentando superar el sentido común que nos lleva a una composición ya
internalizada y que tiene que ver con el hecho que la misma polera (por su
forma) va regulando: el frente, la espalda y los centros.Nos preocupa también que de algún modo nuestras propuestas no se
confundan en la inmensa variedad de diseños de poleras que inundan nuestras
calles, buscamos por lo menos mínimas diferencias que permitan distinguir a
nuestras tan olvidadas culturas originarias.
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